La última detención de Sayed Adnan tuvo lugar el 30 de octubre de 2018, cuando agentes vestidos de civil lo detuvieron sin orden judicial en una casa de AlDair, y fue trasladado a la unidad de investigaciones de la prisión de Jau y luego a la CID de Adliya. Sayed Adnan estuvo desaparecido por la fuerza entre diez y doce días, ya que su familia desconocía su suerte o paradero. Se pusieron en contacto con el Defensor del Pueblo y la CID para preguntar por Sayed Adnan, pero no recibieron respuesta. Entre diez y doce días después, Sayed Adnan les llamó y les informó de su paradero.
Durante ese tiempo, Sayed Adnan fue interrogado sin abogado tanto en el CID de la prisión de Jau como en Adliya. Allí, agentes armados y enmascarados, vestidos de civil, lo torturaron psicológica y físicamente para sacarle confesiones falsas. Lo amenazaron con traer a una de sus hermanas y agredirlo sexualmente si no cooperaba; también insultaron a su secta religiosa y sus símbolos. Le golpearon duramente en partes de su cuerpo que no eran visibles, como el estómago, la espalda y los muslos, le vendaron los ojos y le impidieron ponerse en contacto con su familia. Sayed Adnan sufre fuertes dolores en la rodilla como consecuencia de las heridas de perdigones que sufrió mientras era perseguido por las autoridades tras participar en una manifestación pacífica en 2014. A pesar de haber pedido ver a un médico, no ha sido examinado, y la administración penitenciaria se negó a proporcionarle una crema para aliviar su dolor.
Se presentaron numerosos cargos relacionados con la comisión de actos terroristas, como incendios provocados, destrucción por negligencia, fabricación de explosivos, reunión ilegal y disturbios, contra Sayed Adnan, que estuvo implicado en nueve casos. Entre 2016 y 2020, fue condenado a un total de 27 años y medio de prisión y se le impuso una multa de unos 101.000 dinares bahreiníes. Durante todo el periodo de interrogatorio y juicio, a Sayed Adnan se le negó el acceso a su abogado, y sus confesiones, extraídas bajo tortura, se utilizaron en el tribunal como prueba para incriminarlo. Alrededor de un mes y medio después de su detención, Sayed Adnan fue trasladado de la CID a la prisión de Jau, después de que las sentencias en su contra fueran dictadas en rebeldía.
Sayed Adnan sólo pudo reunirse con su familia más de un mes después de su detención. A mediados de 2019 se cortó la comunicación con Sayed Adnan. Su familia fue informada por otros reclusos de que había sido trasladado al edificio de investigación, donde permaneció 14 días. Un recluso informó de que lo había visto en el tribunal y dijo que tenía signos de tortura en el cuerpo. Entonces se puso en contacto con la familia de Sayed Adnan y les explicó que el motivo de su tortura era extraer confesiones de los cargos que se le atribuían.
La familia de Sayed Adnan presentó varias denuncias ante la Instituto Nacional de Derechos Humanos y el Defensor del Pueblo en relación con su tortura y malos tratos, pero sin éxito. La familia de Sayed Adnan también presentó una queja tras los sucesos del 17 de abril de 2021 en la prisión de Jau[1], pero las autoridades no hicieron ningún seguimiento. En la cárcel, Sayed Adnan es objeto de discriminación por su pertenencia a la secta religiosa Chií.
El trato dado por las autoridades bahreiníes a Sayed Adnan, desde sus múltiples detenciones arbitrarias y sin orden judicial, su desaparición forzada, la denegación de un juicio justo y de los derechos al debido proceso, la tortura y los malos tratos, y la discriminación religiosa, constituyen todas ellas violaciones de las obligaciones de Bahréin en virtud de la Constitución bahreiní y de los tratados internacionales, concretamente la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (CAT) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (ICCPR). Por lo tanto, la ADHRB insta a las autoridades a que concedan inmediatamente a Sayed Adnan un nuevo juicio que respete las normas internacionales en materia de pruebas y que no se base en cargos inventados ni en confesiones falsas obtenidas bajo coacción. Por último, la ADHRB hace un llamamiento a las autoridades para que investiguen urgentemente las denuncias de tortura con el fin de que los agentes responsables rindan cuentas.
[1] El 17 de abril de 2021, varios presos de la prisión de Jau, edificio 13, pabellón 2, llevaron a cabo una sentada para protestar por la muerte de un compañero y por la falta de atención sanitaria adecuada ante la pandemia. En respuesta, los guardias de la prisión reprimieron brutalmente la sentada, agrediendo y torturando a hasta 35 presos.