Antes de su detención, Husain Bin Abdulla AlSadeq, de 46 años, era un destacado activista social saudí que participaba en asociaciones religiosas, comités benéficos de voluntarios y en la organización de actos, actividades y conferencias religiosas y culturales en Qatif. Desde su detención, Husain ha sido trasladado a varias prisiones y centros de detención y ha sido sometido a graves torturas y palizas, cuyas huellas siguen siendo visibles a día de hoy. Actualmente está recluido en la prisión de Mabahith, en Dammam, donde se enfrenta a discriminaciones por su secta chiíta.
El 1 de octubre de 2015, Husain fue citado en la comisaría de Tarout para ser investigado, los agentes lo detuvieron sin presentar una orden de detención. Husain fue citado después de que el alcalde de Tarout, Abdel Halim Kaidar, presentara acusaciones falsas contra él a la policía de Tarout. Tras la estampida de Mina en 2015 en La Meca, el alcalde de Tarout, Abdel Halim Kaidar, atacó verbalmente a la figura religiosa chií Sayed Ali Jamenei. Husain llamó entonces al alcalde para protestar por este ataque verbal y se produjo una discusión entre los dos, en la que el alcalde acusó a Husain de insultar al rey y al gobierno saudí. Antes de su detención, Husain fue citado en dos ocasiones, pero no fue detenido. Anteriormente, también fue citado en 1997 por participar en procesiones funerarias y fue detenido durante una protesta en apoyo de Gaza en 2008.
Tras su detención, Husain pasó un total de dos semanas en el centro de detención de Qatif, donde fue interrogado sobre las acusaciones formuladas contra él por el alcalde de Tarout. Las autoridades no notificaron oficialmente a la familia de AlSadeq su detención, pero se lo esperaban porque permaneció un tiempo en la comisaría de Tarout y no regresó a su casa. Su hermano se dirigió entonces a la comisaría de Qatif, donde las autoridades confirmaron que AlSadeq estaba detenido allí. En la comisaría de Qatif, se permitió a la familia de AlSadeq visitarlo y llevarle comida.
Después de esas dos semanas, la familia de AlSadeq se dirigió a la comisaría de Qatif para visitarlo, pero se encontró con la sorpresa de que lo habían trasladado a la prisión de Mabahith, en Dammam, donde fue sometido a todo tipo de torturas físicas y psicológicas y estuvo recluido en régimen de aislamiento durante más de tres meses, hasta que comenzó su juicio. Durante este periodo de investigación y aislamiento, no se permetieron visitas ni llamadas a AlSadeq por parte de su familia.
Como las llamadas y las visitas con Husain estaban vigiladas, su familia no pudo obtener detalles sobre las torturas y los malos tratos a los que fue sometido. Sin embargo, la familia se enteró de que cayó inconsciente durante tres días a consecuencia de la tortura y tuvo que ser trasladado a la unidad de cuidados intensivos de un hospital para recibir tratamiento. Sin embargo, su familia aún no sabe a qué hospital fue trasladado ni la naturaleza del tratamiento que recibió. Las huellas de la tortura siguen siendo visibles en Husain, que ha perdido peso y su complexión se ha debilitado. Durante todo el periodo de investigación, a Husain no se le permitió contar con la asistencia de un abogado y, durante los dos primeros años de su detención, ni siquiera se le permitió contratar un abogado. Bajo tortura, Husain confesó los cargos que se le atribuían.
Antes de su juicio, al abogado de Husain no se le permitió solicitar una sesión con su cliente, lo que dificultó su capacidad para prepararse para el juicio. Además, durante las sesiones del tribunal, Husain pidió presentar pruebas que demostraran que las confesiones le fueron extraídas bajo tortura, por lo que solicitó ver las cintas de vídeo de las sesiones de interrogatorio y recibir el informe médico que demostraba que había ingresado en el hospital con signos de tortura por todo el cuerpo y que había estado inconsciente durante tres días. Sin embargo, los Servicios de Seguridad de Investigación se negaron.
Cuando Husain tenía que comparecer ante el tribunal, solía ser trasladado a la prisión de Al-Ha’ir, en Riad, un par de días antes de las sesiones judiciales. Una vez finalizadas éstas, era llevado de nuevo a la prisión de Al-Ha’ir durante un par de días antes de ser trasladado de nuevo a la prisión de Mabahith, en Dammam. Las autoridades saudíes nunca informaron a la familia de Husain de su traslado a Riad para las sesiones judiciales, sino que se enteraron a través de las familias de otros detenidos. Cuando la familia de Husain se puso en contacto con el Departamento de Investigación de Dammam para interesarse por su suerte, se les remitió al Tribunal Penal de Riad, que les informó de que la sesión judicial ya había tenido lugar. En ese momento, la familia no fue informada de los cargos formulados contra Husain, ni tuvo conocimiento del proceso judicial, que tuvo lugar sin la designación de un abogado, ni siquiera la presencia de un abogado. A su familia sólo se le permitió visitarlo una vez en la prisión de Al-Ha’ir, en Riad, tras la primera sesión del juicio.
En total, Husain fue acusado de 1) lealtad a países extranjeros, concretamente a Irán, 2) afiliación a Hezbolá y 3) envío de cualquier cosa que amenazara la seguridad pública. El 20 de febrero de 2018, más de dos años después de su detención, Husain fue condenado por el Tribunal Penal Especializado a 9 años de prisión. Durante el periodo de investigación en el primer año de su detención, Husain fue multado con 5.000 riales saudíes con el pretexto de que se utilizarían para colocar barreras alrededor de la mezquita de la ciudad en la que vive para proteger a los fieles de ataques terroristas. Durante su condena en 2018, se le impuso una nueva multa de 100.000 riales saudíes como sanción. El 17 de enero de 2021, tras la apelación, la condena de Husain se incrementó en cuatro años más, lo que hace que su condena sea de un total de 13 años de prisión.
Desde la detención de Husain, su esposa e hijos no pueden viajar fuera de Arabia Saudí. Las autoridades saudíes también se negaron a inscribir a su hija menor, que nació un par de meses después de la detención de Husain, y le negaron el acceso a los documentos de registro civil hasta que la familia pagara una multa de 5.000 riales saudíes. Sin embargo, a su hija se le facilitaron todos los documentos excepto el pasaporte, lo que significa que no puede viajar fuera del país.
Además, desde la propagación del COVID-19 en Arabia Saudí, no se ha permitido a la familia de Husain visitarlo y, utilizando la pandemia como pretexto para violar aún más sus derechos, las autoridades penitenciarias sólo permiten a Husain ponerse en contacto con su familia por teléfono una vez cada dos semanas durante cinco minutos y bajo vigilancia. Antes de la suspensión de las visitas, sólo se permitía a la esposa y a las hijas de Husain visitarlo una vez al mes, y sólo podían hablar libremente dos veces detrás de barreras insonorizadas, antes de que las visitas se redujeran a una sola llamada al mes. Husain recibió la primera dosis de una vacuna contra el COVID-19, pero su familia no sabe mucho sobre las condiciones sanitarias y de salud dentro de la prisión ni sobre las medidas adoptadas contra la propagación del virus. Ni siquiera saben qué vacuna recibió.
El trato que las autoridades saudíes han dado a Husain, desde su detención sin orden judicial, la denegación de los derechos a un juicio justo, la tortura y la discriminación, las repercusiones legales contra su familia y su detención de dos años a la espera de la sentencia, contravienen la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) y constituyen violaciones de las obligaciones de Arabia Saudí en virtud de los tratados internacionales, concretamente la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (CAT) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (ICCPR). Por lo tanto, ADHRB insta a las autoridades saudíes a retirar todas las condenas por juicio injusto y a conceder a Husain un nuevo juicio justo que respete las normas judiciales y probatorias internacionales. Por último, ADHRB hace un llamamiento a las autoridades saudíes para que investiguen las denuncias de tortura y trato inhumano por parte de los agentes encargados de la investigación con el fin de que rindan cuentas y para que eliminen todos los obstáculos legales a los que se enfrentan los familiares de Husain como consecuencia de su detención arbitraria.