Perfil actualizado– Sadeq AbdAli AlAsfoor sólo tenía 20 años cuando fue detenido. Desde su detención, Sadeq fue condenado en un juicio injusto y ha sido sometido a torturas que han dañado su salud física y psicológica. Tras el brote de la pandemia de COVID-19 en la prisión de Jau, donde se encuentra recluido, Sadeq contrajo el virus.
El 6 de marzo de 2012, agentes del Ministerio del Interior asaltaron la casa de Sadeq al amanecer, rodeándola con cerca de 60 jeeps policiales y coches civiles. Entraron en su habitación, le vendaron los ojos y le robaron dinero. Los agentes, que también tenían una hoja de papel con una lista de nombres de personas buscadas, detuvieron a Sadeq sin una orden judicial.
Tras su detención, Sadeq desapareció por la fuerza durante tres días. Al cuarto día, llamó a su familia para informarles de que estaba en el Centro de Detención del Dique Seco. Durante su interrogatorio, que duró tres días, Sadeq fue amenazado y torturado para que confesara sin la presencia de su abogado. Lo ataron a una silla, le vendaron los ojos, lo golpearon y patearon por todo el cuerpo, lo obligaron a permanecer de pie durante días, lo discriminaron por sus creencias religiosas, lo privaron del derecho a la oración y lo insultaron repetidamente. Sadeq sufrió lesiones, incluida la hinchazón del ojo, a consecuencia de los golpes y no recibió tratamiento especializado para sus lesiones. Sólo le dieron una crema no recetada para que se la aplicara él mismo.
Sadeq se enfrentó a cargos por el caso de quemar el jeep, intento de asesinato y posesión de un cóctel molotov. A Sadeq se le negó el acceso a su abogado y no tuvo tiempo suficiente para prepararse para el juicio. A pesar de que un familiar testificó que Sadeq estaba jugando en el Club Sitra cuando se produjo el incidente, Sadeq fue condenado a 15 años de prisión en mayo de 2013.
Tras el estallido de la pandemia de COVID-19 en el país en marzo de 2020, las visitas se sustituyeron por videollamadas durante las cuales Sadeq no tenía ninguna intimidad y era acosado. El 27 de marzo de 2021, Sadeq contrajo el Coronavirus. Se informó a su familia de que sería trasladado del edificio 21 a la cuarentena del edificio 18. A pesar de estar resfriado y tener fiebre, a Sadeq sólo le dieron Panadol. Se quejó de la falta de atención médica y de la inexistencia de comidas saludables. Informó a su familia de que las medidas COVID-19 aplicadas sólo incluían la realización de pruebas a los reclusos y el aislamiento de los que experimentaban síntomas. No había atención médica adecuada ni comida nutritiva. Además, a los presos no se les notificaban los resultados de las pruebas a las que se sometían, lo que les dejaba en la oscuridad sobre su situación y su destino. La familia de Sadeq también señaló que su estado psicológico se deterioró rápidamente al verse privado de su derecho a llamarlos. La última vez que Sadeq se puso en contacto con su familia fue el 11 de mayo de 2021. Se ha recuperado del virus, pero sigue sufriendo dolores de espalda.
Las prácticas de las autoridades bahreiníes y de la administración penitenciaria contra Sadeq constituyen violaciones de los convenios jurídicos internacionales de los que Bahréin es parte, como la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (CAT), el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (ICCPR) y las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos (Reglas Mandela).
Por lo tanto, la ADHRB pide a Bahréin que cumpla con sus obligaciones retirando los cargos infundados contra Sadeq y que investigue las acusaciones de tortura para que los autores rindan cuentas de sus actos. La ADHRB también insta a las autoridades a que proporcionen a Sadeq el tratamiento médico adecuado a la luz de la pandemia de COVID-19 y a que le permitan realizar llamadas periódicas en las que pueda hablar cómodamente con su familia.