Mujtaba Abdulla Isa era sólo un estudiante de 19 años cuando fue detenido a su regreso de Irak. A Mujtaba se le violaron los derechos al debido proceso y a un juicio justo, y se le torturó para que confesara. Mujtaba contrajo el virus COVID-19 tras su irrupción en la prisión de Jau, donde está recluido actualmente.
El 15 de noviembre de 2017, Mujtaba fue detenido sin orden judicial en el aeropuerto internacional de Bahréin a su regreso de Irak. Un amigo que presenció la detención informó a su familia del arresto en la tarde de ese mismo día. A Mujtaba sólo se le permitió reunirse con su familia una semana después de su detención. En ausencia de representación legal, Mujtaba fue interrogado durante tres días. Durante el interrogatorio, Mujtaba fue torturado y, como resultado, confesó el cargo de reunión ilegal.
Mujtaba fue condenado en dos casos de agresión a un policía y colocación de explosivos. Los cargos que se le imputaban también incluían 1) destrucción deliberada 2) reunión ilegal y disturbios 3) posesión y uso de dispositivos inflamables y explosivos 4) incendio criminal 5) posesión de un dispositivo parecido a un explosivo. Mujtaba, a quien se le negó el acceso a su abogado, fue condenado a un total de 12 años de prisión, que fue confirmada por el Tribunal de Apelación.
En prisión, Mujtaba fue objeto de varias violaciones de derechos humanos y castigos. Mujtaba fue trasladado a régimen de aislamiento por, supuestamente, levantar la voz a un funcionario después de que éste cerrara por la fuerza una abertura por la que Mujtaba estaba mirando. Luego fue trasladado a una celda en la que era el único preso político y también se le privó de llamadas y visitas. Además, Mujtaba padece alopecia areata. A pesar de no haber acudido a la cita médica aconsejada por su médico para realizar un análisis de sangre, la página web del Ministerio de Sanidad mostró que sí acudió a la cita. Posteriormente, Mujtaba sólo recibió una crema tópica para aplicar externamente.
La familia de Mujtaba ya había presentado quejas al Defensor del Pueblo y al Instituto Nacional de Derechos Humanos en relación con su detención, las condiciones de la prisión y su tratamiento médico. Aunque el Defensor del Pueblo hizo un seguimiento de algunos de los casos, no hubo respuesta del Instituto Nacional de Derechos Humanos.
Tras el brote de COVID-19 en la prisión de Jau, Mujtaba contrajo el virus y fue separado de sus compañeros de celda. El Ministerio de Sanidad sólo se puso en contacto con su familia para informarles de que había dado positivo y para pedirles los nombres de las personas con las que había estado en contacto, sin saber que era un preso. Cinco días después, Mujtaba llamó a su familia para informarles de que se encontraba bien de salud y de que experimentaba síntomas como la pérdida del olfato y del gusto. También les informó de que la administración de la prisión le había llevado productos sanitarios y que se le tomaban los niveles de oxígeno tres veces al día. Sin embargo, parecía que no podía hablar libremente durante esa llamada. Tras ser sometido a dos pruebas, el 28 y el 31 de marzo de 2021, Mujtaba dio negativo.
Las prácticas de Bahréin contra Mujtaba, desde su detención hasta su tratamiento en prisión, constituyen violaciones de las convenciones internacionales de las que Bahréin es parte, como la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Por lo tanto, la ADHRB pide a Bahréin que cumpla con sus obligaciones retirando los cargos infundados contra Mujtaba y celebrando un nuevo juicio justo que cumpla con las normas internacionales. Además, ADHRB también pide a Bahréin que investigue las acusaciones de negligencia médica presentadas contra Mujtaba y que le proporcione el tratamiento médico adecuado, especialmente a la luz de la pandemia de COVID-19.