Sayed Redha Fadhul era un estudiante de secundaria de 15 años cuando fue detenido durante una redada en su casa, junto con su hermano y su primo en 2020. A continuación, fue recluido en régimen de aislamiento durante un mes, sin contacto con un abogado ni con su familia, y fue sometido a torturas psicológicas y físicas extremas. Se le acusó de actos terroristas cometidos tres años antes, cuando sólo tenía 12 años. A día de hoy sigue en el Centro de Detención del Dique Seco, a la espera de su traslado a la Nueva Prisión del Dique Seco.
El 16 de enero de 2020, al amanecer, vehículos de la Seguridad General, agentes vestidos de civil y policías antidisturbios con coches civiles privados irrumpieron en el complejo donde vivía la madre de Sayed Redha. Primero preguntaron por el primo de Sayed, Ali Mohamed, y tras asaltar el chalet de su madre y no encontrarlo, comenzaron a registrar los chalets del complejo. A continuación, asaltaron el chalet de la madre de Sayed Redha y lo detuvieron junto con su hermano mayor, Sayed Mohamed Baqer Mahdi, y su primo Ali Mohamed Hasan. La familia había salido de viaje fuera del Reino de Bahréin tres días antes de la detención, y prefirieron que sus hijos se quedaran en el complejo de viviendas de la familia por ser más seguro. Las autoridades no mencionaron el motivo de la detención y no se presentó ninguna orden de arresto. Dos días después de la detención, Sayed Redha pudo llamar a su tío durante unos segundos, diciéndole que estaba siendo interrogado, lo único que pudo decir fue que estaba bien y a salvo, y luego se desconectó la llamada. Tras la llamada, Sayed Redha estuvo desaparecido durante más de un mes, ya que su familia no sabía nada de su paradero y no se le permitió ponerse en contacto con ellos ni con su abogado.
Sayed Redha fue trasladado al edificio de investigaciones de la antigua prisión de Jau y sometido a aislamiento durante un mes. El interrogatorio duró tres días, durante los cuales soportó graves torturas psicológicas y físicas. Los agentes de investigación le mantuvieron con los ojos vendados y de pie con las manos fuertemente atadas durante todo el interrogatorio y le privaron de dormir, de una alimentación adecuada y de ropa de abrigo de invierno. Los agentes también utilizaron con él un dispositivo de electrochoque que le provocaba un fuerte escozor cada vez que hablaba en contra de las acusaciones que le habían atribuido. Sayed Redha también fue objeto de constantes burlas, amenazas de agresión sexual y más daños físicos, incluso en partes sensibles de su cuerpo. Además, le golpearon en la cara, la espalda y las piernas.
Al final de esos tres días, Sayed Redha, menor de edad, se desmayó, y su salud mental se había deteriorado hasta el punto de confesar los cargos para detener la tortura. Permaneció en el edificio de investigación entre 23 y 27 días más, durante los cuales continuaron los malos tratos, antes de ser trasladado al Centro de Detención del Dique. Tras su traslado, pudo finalmente llamar a sus padres e informarles de su paradero y de los cargos a los que se enfrentaba, pero aún no ha visto a sus padres en persona.
Una vez finalizada la investigación, Sayed Redha negó los cargos ante el fiscal del PPO y el juez de instrucción sin éxito. Incluso aclaró al juez de instrucción el trato al que se enfrentó, afirmando que las confesiones le fueron extraídas bajo presión e intimidación física y psicológica, utilizando descargas eléctricas y la amenaza de agresión sexual, mientras permanecía en el edificio de instrucción durante un mes. Además, se le obligó a firmar el documento en el OPP preparado antes de su llegada. Sin embargo, el juez no tuvo en cuenta esto durante el juicio.
Los cargos presentados contra Sayed Redha corresponden a delitos cometidos tres años antes de su detención, cuando sólo tenía 12 años. A esa edad, su familia solía acompañarle todos los días de vuelta de la escuela secundaria y supervisar sus estudios y su vida familiar. A pesar de ello, Sayed Redha fue condenado a 15 años de prisión el 31 de enero de 2021 acusado de unirse a un grupo ilegal y recaudar fondos para apoyarlo, sabiendo que la suma de dinero que se le acusaba de recaudar era de 32 dinares bahreiníes. A Sayed Redha no se le permitió reunirse o ponerse en contacto con su abogado hasta que se dictó la sentencia y no tuvo el tiempo, las facilidades o las capacidades para prepararse para el juicio, ya que el sujeto de los cargos que se le imputan es todavía un menor que no está familiarizado con los asuntos legales.
El trato que Sayed Redha ha sufrido a manos de las autoridades bahreiníes, desde su detención hasta la tortura y los malos tratos que padeció durante la misma, constituye una violación de la Constitución bahreiní, así como del derecho internacional, incluida la Convención contra la Tortura (CAT), el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (ICCPR) y la Convención sobre los Derechos del Niño (CRC), todos ellos ratificados por Bahréin. La ADHRB hace un llamamiento a las autoridades para que retiren los cargos infundados contra Sayed Redha, de 15 años, y para que investiguen las denuncias de tortura y trato inhumano por parte de los agentes encargados de la investigación, con el fin de que dichos agentes rindan cuentas. Por último, la ADHRB insta a las autoridades bahreiníes a que lo pongan en libertad inmediatamente y le permitan continuar sus estudios, ya que su detención constituye una privación arbitraria de libertad.