En las últimas décadas, la comunidad internacional se ha esforzado por definir los requisitos para el tratamiento de los presos y detenidos. Las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos, también conocidas como Reglas Nelson Mandela, son reconocidas universalmente como las normas mínimas para la gestión de los centros penitenciarios y el tratamiento de los reclusos. Otros instrumentos se centran en temas específicos, como las Reglas de Bangkok, que describen las especificidades del trato dispensado a las mujeres presas, y las Reglas de Beijing, que se centran en la detención de menores. Bahréin es un Estado cuyas condiciones penitenciarias incumplen reiteradamente las numerosas normas consagradas en cada uno de estos instrumentos de derechos humanos.
Historia de las SMR
Las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos (SMR) fueron adoptadas originalmente por el Primer Congreso de la ONU sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente en 1955. En 2011, la Asamblea General estableció un Grupo de Expertos intergubernamental de composición abierta con el propósito de examinar y posiblemente revisar las SMR. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) actúa como supervisor de las SMR, por lo que coopera estrechamente con el Grupo de Expertos durante el proceso de revisión. Este Grupo de Expertos modificó las normas y la Asamblea General adoptó esta versión en 2015. Tal y como recomendó el Grupo de Expertos, las reglas se denominaron en honor al extraordinario legado del difunto presidente de Sudáfrica, Nelson Rolihlahla Mandela.
Resumen de las normas
Las Reglas de Mandela abarcan una serie de principios relativos a aspectos de los derechos de los reclusos. La primera regla establece que todos los presos deben ser tratados con respeto debido a su dignidad y valor inherentes como seres humanos. Las Reglas establecen además que los presos deben estar protegidos de tratos como la tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, y que ninguna circunstancia puede justificar este tipo de trato.
Las Reglas de Mandela también establecen que los reclusos jóvenes deben estar separados de los adultos (regla 11), y que todos los reclusos deben disponer de un alojamiento de cierto nivel (reglas 12, 13 y 21). En cuanto a la asistencia sanitaria, las Reglas estipulan que la provisión de asistencia sanitaria es responsabilidad del gobierno y se esbozan una serie de requisitos específicos relativos al tratamiento adecuado (reglas 24-35). Otras áreas cubiertas por las Reglas de Mandela son el acceso a la representación legal, la investigación de todas las muertes bajo custodia, las medidas disciplinarias y los castigos, y la protección de los grupos vulnerables.
Tortura y trato inhumano
Algunas de las violaciones más preocupantes de las Reglas Mandela son los informes de tortura que sufren los presos en las cárceles de Bahréin. La prisión de Jau, la mayor prisión masculina de larga estancia de Bahréin, ha sido notoria por el trato inaceptable que reciben sus presos. En un informe publicado por ADHRB, se concluye que el personal y la política de la prisión someten continuamente a los reclusos a torturas y tratos humillantes y degradantes. Los métodos de tortura utilizados incluían palizas físicas, castigos colectivos, privación de alimentos y de sueño, restricción de los derechos de comunicación y de visita, y denegación de atención médica adecuada. En particular, el edificio 10 del centro es apodado el «edificio de la tortura».
Las reclusas de la prisión de Isa Town también han sufrido una tendencia constante de acoso e intimidación, como ha señalado el secretario general de la ONU, António Guterres. Numerosas presas han sido objeto de represalias, intimidación y abusos físicos, en parte debido a la atención internacional que han recibido sus casos. Aunque las Reglas de Mandela prohíben que los registros intrusivos sólo se lleven a cabo si son absolutamente necesarios, las reclusas son sometidas de forma rutinaria a registros degradantes sin una justificación clara.
El hacinamiento y sus consecuencias
El grave hacinamiento -que constituye en sí mismo una violación de las Reglas de Mandela- da lugar a entornos poco higiénicos para vivir y dormir, lo que agrava aún más las condiciones de salud preexistentes de los reclusos y crea otras nuevas. Tanto en la prisión de Jau como en el centro de detención del dique seco, esto ha dado lugar a una serie de problemas preocupantes y a las consiguientes violaciones. Dentro de la prisión de Jau, a pesar de la predeterminación específica de ciertos edificios para los menores, los jóvenes se ven obligados a compartir celdas con los adultos, lo que viola el requisito de la separación de los presos. Aunque en un principio se designaron edificios separados para los jóvenes adultos con el fin de garantizar una adecuada separación de la población reclusa, el grave hacinamiento ha llevado a la mezcla de adultos y menores. Esto da lugar a que se ignoren las protecciones especiales que se conceden a los reclusos jóvenes.
El hacinamiento también ha provocado una importante escasez de medicamentos y servicios necesarios. A falta de los tan necesarios recursos médicos, se ha producido una continua denegación y restricción del acceso a la atención médica. En la prisión de Jau, la clínica no puede atender ni siquiera las situaciones de emergencia; los casos más graves suelen quedar sin tratamiento. Tanto en la prisión de Jau como en el centro de detención del dique seco se han producido brotes de sarna que han afectado hasta a la mitad de la población reclusa. En ambos casos, se prestó poca atención médica.
Un llamamiento a la mejora de las condiciones
Las Reglas de Mandela son un instrumento fundamental para la protección de los derechos de los presos. En la medida en que no se respetan los derechos de los presos en Bahréin, este país viola las Reglas Mandela. Las ONG y los grupos de derechos, como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, así como las Naciones Unidas, han expresado su preocupación por las condiciones penitenciarias en Bahréin. Pedimos a las autoridades bahreiníes que adapten las condiciones de sus prisiones a las Reglas Mandela, poniendo fin al uso de la tortura y otros tratos inhumanos, reduciendo el hacinamiento, dando instalaciones separadas a adultos y menores y proporcionando acceso a una atención médica adecuada.