El 16 de marzo, ADHRB realizó una intervención oral en la sesión 46 del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas durante el debate interactivo del punto 4.
Señora Presidenta
Nos gustaría llamar la atención del Consejo sobre la creciente tendencia a la cultura de la impunidad entre los funcionarios gubernamentales de los países del Consejo de Cooperación del Golfo.
En Arabia Saudí, el horrible asesinato del ex funcionario y periodista saudí Jamal Khashoggi en el consulado saudí de Estambul es un claro ejemplo de la cultura de la impunidad. Durante varios años se culpó y acusó al príncipe heredero saudí Mohammad bin Salman del brutal asesinato. Tras la publicación del informe de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, debería quedar claro, más allá de toda duda razonable, que el verdadero responsable de dar las órdenes del asesinato no es otro que Mohammad bin Salman. Lo que hizo que el príncipe heredero saudí se involucrara en este crimen es la creencia de que los funcionarios del gobierno pueden salirse con la suya en cualquier crimen contra los derechos humanos sólo porque pueden y porque están por encima de cualquier responsabilidad.
En Bahréin, el panorama no es muy diferente. El hijo del rey, Nasser bin Hamad Al-Khalifa, ha cometido constantes violaciones de los derechos humanos, torturando personalmente a figuras de la oposición, defensores de los derechos humanos y atletas. En lugar de investigar los delitos que cometió, el rey bahreiní lo ascendió a un puesto superior en su gobierno. Este es otro ejemplo de cómo la cultura de la impunidad se ha extendido en Bahréin entre los más altos funcionarios del país.
La única forma de abordar este asunto de forma integral es cuando funcionarios como MBS y Nasser bin Hamad se enfrenten a las consecuencias internacionales, ya sea por parte de este organismo o del Consejo de Seguridad o de la recién aprobada Ley Magnitsky.