El blanqueo deportivo (sports whitewashing) básicamente consiste en utilizar el deporte para maquillar la mala fama internacional de un país en concreto. El blanqueo deportivo se da cuando un país decide albergar diversos eventos deportivos de relevancia mundial. Algunos ejemplos de esto son la pelea que tuvo lugar el pasado año 2019 en Arabia Saudita entre Andy Ruiz y Anthony Joshua por el título de los pesos pesados, la final de la Europa League disputada en Azerbaiyán en mayo de 2019 y la próxima Copa del Mundo que se jugará en Qatar en el 2022. También se considera blanqueo deportivo cuando estos mismos países adquieren clubs deportivos, como ha ocurrido con la compra del PSG por parte de Qatar o la del equipo ciclista Bahrain Merida por Bahrein.
Los Al Jalifa han hecho del blanqueamiento deportivo su táctica predilecta para desviar la atención de sus repetidas violaciones de derechos humanos. En el año 2002 el reino de Bahrein firmó un contrato a largo plazo para acoger una carrera de Fórmula 1 en su territorio nacional. En el año 2004 se disputó la primera carrera del Gran Premio de Bahrein. Once años más tarde, la familia real de Bahrein volvió a replicar la exitosa fórmula y fundó uno de los mejores equipos de triatlón del mundo. Decidieron llamarlo Bahrain Endurance 13, que casualmente es de la misma manera por la que se conoce a trece destacados activistas y presos políticos que jugaron un papel importante en la Primavera Árabe de 2011. Dos años después, la familia real de Bahrein se hizo con el Córdoba CF y en 2020 con el control del Paris FC. Todas estas adquisiciones forman parte de un plan premeditado para lavar y blanquear la imagen del Reino de Bahrein con una inversión relativamente pequeña y desviar la atención mediática sobre sus graves violaciones de los derechos humanos.
La familia real de Bahrein es responsable de la represión y persecución arbitraria que desde la Primavera Árabe bahreiní de 2011 se ha llevado a cabo en el Reino contra activistas, opositores al régimen y defensores de los derechos humanos que han ejercido su libertad de expresión para denunciar torturas y reclamar un sistema político transparente y representativo. De hecho, el príncipe Nasser bin Hamad Al Jalifa, uno de los dos miembros de la familia real bahreiní involucrados en esta operación, fue uno de los Al Jalifa que más se posicionaron en contra del movimiento pro-democracia que se originó en el año 2011 en Bahrein. En medio de este levantamiento popular Nasser llegó a amenazar públicamente a los atletas que se atrevieran a participar en él, pronunciando las siguientes palabras: “A todos los que piden la caída del régimen, un muro caerá sobre sus cabezas. Cualquiera que esté implicado en este asunto y sus redes de apoyo será castigado, ya sea un atleta, un activista o un político. Hoy es el día del juicio. Bahrein es una isla y no hay escapatoria”.
La razón principal por la que la familia real de Bahrein decidió hacerse con el control del Córdoba CF (a través del fondo de inversión Infinity Capital) fue para mejorar la imagen del Reino internacionalmente y desviar la atención de su funesto historial de violación de derechos humanos. Esta acción recibe el nombre de “blanqueo deportivo”.