Retórica y realidad: El defensor de los derechos humanos bahreiní-danés, Abdulhadi Al-Khawaja, y el doble rasero holandés.

Hace más de nueve años, el renombrado defensor de los derechos humanos Abdulhadi al-Khawaja fue sacado violentamente de su casa en Bahréin, torturado por los servicios de seguridad y juzgado inicialmente como civil en un tribunal militar. Fue condenado a cadena perpetua en virtud de una amplia legislación sobre cargos falsos, entre los que se incluía “participar en el terrorismo para derrocar al gobierno”. Tanto los habitantes de Bahréin como la comunidad internacional entienden ampliamente que estos cargos se imputaron al Sr. Al-Khawaja como castigo por su papel (pacífico) en las protestas de 2011 en favor de la democracia, en las que se pidió una reforma política en el país.

Abdulhadi Al-Khwaja es un defensor de los derechos humanos bahreiní-danés  el fundador y ex presidente del Centro Bahreiní para los Derechos Humanos (BCHR por sus siglas en inglés), y director fundador del Centro del Golfo para los Derechos Humanos (GCHR). También trabajó como Coordinador de Protección de Oriente Medio y Norte de África para los Frontline Defenders hasta febrero de 2011, cuando renunció durante el popular movimiento prodemocratico de Bahréin. 

Exiliado de Bahréin, Al-Khawaja comenzó a vivir en Dinamarca con su esposa y sus cuatro hijas entre 1981 y 2001. Recibió una capacitación del Centro Danés de Derechos Humanos y dedicó su vida a lograr la reforma social y democrática en Bahréin. Bahréin ha tenido la misma familia gobernante que preside el reino desde el siglo XVIII y un historial continuo de discirminación contra la población chiíta mayoritaria. 

El Sr. Al-Khawaja forma parte de un grupo de 13 activistas políticos (los 13 de Bahrein) que han sido condenados a penas de prisión extremadamente largas por ejercer sus derechos básicos a la libertad de expresión, asociación y reunión pacífica. Se ha reconocido que su juicio es incompatible con las normas universales de un juicio justo y el debido proceso, ya que su sentencia viola el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), del que Bahréin es signatario.  

El Sr. Al-Khawaja ha sufrido un encarcelamiento en la prisión de Jau, donde ha sido sometido a torturas físicas, sexuales y psicológicas. Entre otros abusos, esto ha incluido una severa agresión, permanecer en posiciones de estrés durante horas y la sodomía [1]. Después de un episodio de tortura, los médicos le tuvieron que poner 18 placas y aproximadamente 40 tornillos para reconstruir su rostro. Se le ha negado tratamiento médico y se le obliga arbitrariamente a permanecer en régimen de aislamiento durante largos períodos y se le niegan las visitas[2]. Existe una preocupación añadida por el deterioro de la salud de Al-Khawaja en el contexto de la pandemia de COVID-19, dados los informes que confirman que el virus se ha extendido por toda la prisión, contraído tanto por el personal de la prisión como por los reclusos. 

Dinamarca, un país elogiado por su firme compromiso con los derechos humanos como prioridad de la política exterior, ha estado decepcionantemente callado. Durante más de nueve años los gobiernos de Dinamarca han sido conscientes de que un ciudadano danés y defensor de los valores daneses ha sido injustamente encarcelado y sometido a horribles abusos y, sin embargo, no ha hecho nada. A pesar de contar con el apoyo de las Naciones Unidas, con numerosas demandas internacionales para la liberación de Al-Khawaja, los informes médicos complementarios y los relatos detallados de la tortura del Sr. Al-Khawaja, el gobierno danés ha decidido permanecer callado y no actuar. 

En las directrices sobre sanciones de la Unión Europea se presentan claramente las medidas restrictivas de la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea y se esbozan varios instrumentos jurídicos. Uno de los pilares fundamentales de los objetivos generales de la UE es la defensa de los principios democráticos y los derechos humanos, aunque ha habido una clara falta de coordinación entre Dinamarca y la UE. La posición autodeclarada de Dinamarca está “a la vanguardia de la lucha por un conjunto internacional de leyes y derechos humanos universales” [3], y es preocupante que parezca que el compromiso de Dinamarca con los derechos humanos es puramente retórico. Hasta ahora Dinamarca no ha estado dispuesta a utilizar la influencia de la UE ni a liderar el llamamiento para imponer sanciones a Bahréin. Parece que los intereses comerciales con Estados vecinos poderosos, como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, han disuadido a Dinamarca de emprender acciones serias. 

Si bien ha habido casos de esfuerzos individuales de diputados y partidos políticos daneses para poner de relieve la situación, es necesario un esfuerzo concertado del país y una auténtica voluntad política para resolver esta cuestión. Hasta ahora el Estado danés no ha logrado proteger a un ciudadano danés y se ha mostrado extremadamente reacio a aliviar la situación mediante la participación a nivel multilateral. Pedimos al Gobierno danés que cumpla con su compromiso de defensa de los derechos humanos y que defienda los derechos del Sr. Al-Khawaja.


[1]
The Bahrain Institute for Rights and Democracy – Abdulhadi Al-Khawaja. Disponible en: http://birdbh.org/abdulhadi-al-khawaja/ [Accedido:30/07/20]

[2] Ibid.

[3] Ministry of Foreign Affairs Denmark – Foreign Policy. Disponible en: https://um.dk/en/foreign-policy/ [Accedido: