8 de enero de 2020 – El Alto Tribunal Penal de Apelaciones de Bahrein ha confirmado las condenas a muerte de Mohammed Ramadhan y Husain Moosa. Ambos hombres fueron condenados en un juicio injusto en el que se utilizaron pruebas obtenidas mediante tortura.
Americans for Democracy & Human Rights in Bahrain (ADHRB), el Bahrain Institute for Rights and Democracy (BIRD) y Reprieve condenan la decisión de hoy en los términos más enérgicos.
El veredicto, que estaba previsto para el día de Navidad, se pospuso a hoy después de que los medios de comunicación internacionales pusieran de manifiesto que Bahrein utilizaba los días festivos para ocultar las sentencias más duras. Si el veredicto es confirmado por el Tribunal de Casación, la más alta instancia judicial de Bahrein, correrán el riesgo inminente de ser ejecutados.
Ramadhan y Moosa fueron detenidos, por separado, a principios de 2014. Ambos fueron sometidos a tortura y se les negó el acceso a un abogado durante los interrogatorios. En diciembre de 2014, fueron declarados culpables y condenados a muerte por el asesinato de un agente de seguridad, a pesar de la falta total de pruebas físicas: la acusación se basó en gran medida en supuestas «confesiones» extraídas bajo tortura.
El 22 de octubre de 2018, el Tribunal de Casación anuló sus veredictos y ordenó una revisión del caso. Esto se basó en las pruebas, incluidos los informes médicos de un médico de la Fiscalía que documentaban las alegaciones de tortura, que no habían sido consideradas por el tribunal en el juicio original. El caso fue devuelto al Alto Tribunal Penal de Apelación.
La sentencia escrita aún no se ha hecho pública, pero al condenar a los hombres a muerte por segunda vez, el Tribunal Superior Penal de Apelación se ha basado casi con toda seguridad en confesiones obtenidas mediante tortura, ya que no existen pruebas forenses que vinculen a los hombres con el atentado en cuestión.
Las investigaciones llevadas a cabo por la Unidad Especial de Investigación y el Defensor del Pueblo del Ministerio del Interior de Bahrein ponen en duda la veracidad y fiabilidad de las afirmaciones de Ramadhan y Moosa de que fueron torturados. Estas instituciones, que han recibido financiación y formación del gobierno británico, no son independientes ni imparciales. Una evaluación realizada por el Consejo Internacional para la Rehabilitación de las Víctimas de la Tortura (IRCT) concluyó que sus investigaciones en estos casos eran totalmente inadecuadas y no cumplían las normas legales internacionales.
Husain Abdulla, director ejecutivo de la ADHRB, dijo: «Este caso ejemplifica el sistema de justicia corrupto e inhumano de Bahrein. Las comparaciones con las recientes ejecuciones de Ali al-Arab y Ahmed al-Malali son sorprendentes: en ambos casos se detuvo a dos hombres, se les torturó para que confesaran sus delitos y se les condenó en juicios injustos utilizando las ‘confesiones’. Sólo podemos esperar que el resultado de sus casos sea diferente, y que gracias a la presión internacional -especialmente de la de aliados como Estados Unidos y Reino Unido- puedan librarse de una ejecución arbitraria e ilegal.»
Sayed Ahmed Alwadaei, Director Defensa de BIRD, dijo: «La sentencia de hoy es nada menos que un asesinato político y una burla total a la justicia. El hecho de que se hayan confirmado las sentencias de muerte de estas dos personas, a pesar de las pruebas concluyentes de que fueron torturadas, pone al descubierto la corrupción del poder judicial de Bahrein. Esta sentencia debe ser condenada por los aliados más cercanos de Bahrein y, en particular, por Reino Unido, cuya formación y apoyo han proporcionado al régimen bahreiní los medios para perseguir a sus opositores y encubrir sus crímenes.»
Harriet McCulloch, directora adjunta de Reprieve, dijo «El papel de Gran Bretaña en estas sentencias de muerte es profundamente preocupante, y está totalmente en desacuerdo con la política declarada por el gobierno británico de oponerse a la pena capital en cualquier circunstancia. Los contribuyentes británicos están financiando instituciones bahreiníes que blanquean la tortura, cuando nuestro Gobierno debería hacer todo lo posible para impedir la ejecución de estos dos hombres y conseguir la anulación de sus injustas condenas.»
ADHRB, BIRD y Reprieve piden a las autoridades bahreiníes que detengan inmediatamente todas las ejecuciones pendientes y que impongan una moratoria sobre la pena de muerte. También pedimos a las autoridades que abran una investigación completa y transparente sobre las denuncias de tortura, con el fin de que los autores rindan cuentas.
Notas adicionales:
- Actualmente hay ocho personas que se enfrentan a una ejecución inminente en Bahrein, tras haber agotado todos los recursos legales. Además de Ramadhan y Moosa, otras dos personas condenadas a muerte siguen esperando la decisión final del Tribunal de Casación, mientras que siete están en el exilio. Al menos otras doce personas están condenadas a muerte en la prisión de Jau por cargos no políticos, algunas de las cuales han agotado todos los recursos legales.
- En enero de 2017, las autoridades bahreiníes ejecutaron a las víctimas de tortura Sami Mushaima, Ali Al-Singace y Abbas Al-Samea. Agnes Callamard, Relatora Especial sobre Ejecuciones Extrajudiciales, condenó las ejecuciones, tanto en 2017 como en 2019, como asesinatos arbitrarios.
- Según el Comité contra la Tortura de la ONU en 2017, el trato y el juicio anterior de Ramadhan y Moosa no cumplieron con las normas internacionales de juicio justo y garantías procesales. En sus observaciones finales sobre Bahrein, el Comité recomendó un nuevo juicio.
- Para un análisis detallado del programa de asistencia técnica y de seguridad del gobierno británico a Bahrein, y de cómo se ha utilizado para ocultar los abusos contra los derechos humanos en este país, véase el informe de 2018 de Reprieve y BIRD: Training Torturers.