El 4 de octubre de 2019, el Relator Especial sobre el derecho a la alimentación; el Relator Especial sobre el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental; la Experta Independiente sobre la promoción de un orden internacional democrático y equitativo; y el Relator Especial sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento enviaron una carta de denuncia dirigida a Arabia Saudí sobre los efectos adversos de la intervención militar internacional en los derechos humanos en Yemen.
En la carta, las oficinas de los Procedimientos Especiales señalaron que el 26 de marzo de 2015, una coalición de Estados del Golfo liderada por Arabia Saudí lanzó ataques aéreos, junto con una campaña de separación económica, contra las fuerzas y objetivos de Houthi-Saleh en Yemen. Estados Unidos de América, junto con Reino Unido y Francia, han apoyado los ataques de la coalición proporcionando apoyo operativo, información sobre objetivos y reabastecimiento aéreo. Los incesantes ataques aéreos han afectado a hospitales, escuelas y hogares, y los bloqueos han impedido que la ayuda humanitaria vital llegue a los civiles yemeníes, generando, como ha descrito la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, la crisis humanitaria más grave del mundo.
En 2016, Estados Unidos habría llevado a cabo 35 ataques en Yemen, mientras que en 2017 el número aumentó drásticamente hasta un estimado de 130 ataques aéreos. Además, Armed Conflict Location & Event Project Data (ACLED) ha afirmado que 2018 ha sido el año más letal, con 30.800 personas muertas directamente a causa del conflicto en curso. Los civiles yemeníes han permanecido en primera línea de este conflicto, ya que siguen sufriendo la falta de servicios básicos de salud, educación y economía. Las partes implicadas en el conflicto han obstruido ilegalmente la distribución de la ayuda humanitaria necesaria, y la coalición ha llevado a cabo ataques aéreos que han matado a miles de civiles y objetos civiles, lo que viola las leyes de la guerra.
La intervención internacional ha sido un importante catalizador del brote masivo de enfermedades, como el cólera, la destrucción de las infraestructuras y la economía del país, y ha provocado una importante inseguridad alimentaria. Las Naciones Unidas estiman que el 80% de la población -24,1 millones de personas- corre el riesgo de morir de hambre y enfermedades, mientras que 14,3 millones necesitan ayuda urgentemente. Además, unos 17,8 millones de personas viven sin acceso a agua potable y saneamiento, y 19,7 millones sin atención sanitaria adecuada, lo que vulnera directamente los derechos humanos fundamentales.