A finales del mes pasado, el Centro Internacional para la Justicia y los Derechos Humanos (CIJDH) tuvo conocimiento de que se había suspendido el pago de las pensiones de jubilación a los detenidos en la prisión de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Al-Razeen. La decisión de denegar las pensiones de jubilación a los detenidos no es más que otro aspecto de los abusos sistemáticos más amplios del sistema penitenciario emiratí.
Tras la suspensión inicial del pago de las pensiones, se pidió a los detenidos jubilados de Al Razeen que presentaran pasaportes válidos para poder seguir recibiendo sus pagos mensuales. A muchos de los detenidos se les volvió a negar la pensión debido a que sus documentos estaban caducados, lo que probablemente expiró en algún momento durante su detención. Las familias de estos presos han rellenado las solicitudes de renovación, pero las autoridades emiratíes se niegan a permitir la renovación de los pasaportes. Es evidente que la negativa a expedir fondos de jubilación a los detenidos jubilados es una forma deliberada de castigo por parte del gobierno de los EAU contra los presos y sus familias.
Las adversidades derivadas de la retención de fondos van más allá del detenido jubilado, ya que afectan directamente a las familias de los encarcelados. A menudo, la figura masculina de un hogar es el único proveedor de su familia. Las esposas y los hijos que dependen de la pensión de jubilación de su marido o padre encarcelado se ven obligados a luchar sin ingresos. Además, las autoridades emiratíes han restringido a las esposas de los encarcelados la posibilidad de renovar sus propios documentos de identidad, se han negado a expedir certificados de nacimiento para sus hijos y las han amenazado con la desnaturalización. Impedir los derechos de los hijos de los detenidos es una violación directa de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, ya que afecta a su libertad de movimiento y a su derecho a tener documentos de identidad.
Los Emiratos Árabes Unidos no son ajenos a los malos tratos a los presos, muchos de los cuales son defensores de los derechos humanos detenidos arbitrariamente. Según la Campaña Internacional por la Libertad en los Emiratos Árabes Unidos (ICFUAE), hay más de 200 presos políticos recluidos en cárceles emiratíes por ejercer pacíficamente su derecho a la libertad de expresión. La prisión de Al-Razeen, en concreto, es conocida como el Guantánamo de los EAU, donde los presos sufren diversas formas de tortura por parte del personal penitenciario, como aislamiento prolongado, palizas, acoso sexual, exposición a temperaturas extremadamente altas o bajas y obligación de escuchar música a un volumen extremadamente alto durante todo el día y la noche. Ante los innumerables actos de violación de los derechos humanos, no es de extrañar que las autoridades emiratíes hayan decidido impedir que las pensiones de jubilación lleguen a los presos jubilados de Al Razeen y a sus familias.
El gobierno emiratí debe reanudar inmediatamente el desembolso de las pensiones de jubilación a todos los detenidos jubilados encarcelados y a sus familias, así como permitirles renovar sus documentos de identidad para garantizar la seguridad social y económica de las esposas e hijos dependientes.
Mary Jomia es becaria de la ADHRB