En diciembre de 2010, Qatar recibió la adjudicación de la Copa del Mundo de 2022. Es la primera vez en la historia que un país árabe organizará la Copa, el principal acontecimiento deportivo del mundo. Para prepararse, Qatar está gastando unos 100.000 millones de dólares para reforzar las infraestructuras existentes y construir otras nuevas, como aeropuertos, carreteras y estadios. La organización de la Copa del Mundo es un intento de impulsar la imagen de Qatar a nivel internacional. Como parte de este intento, Qatar exhibió una exposición con el tema de la Copa Mundial en la 40ª sesión del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, titulada «Qatar, nos vemos en 2022», en la que promocionaba la Copa y utilizaba el brillo y el glamour de la organización de este prestigioso evento para encubrir los abusos contra los derechos humanos.
La decisión de conceder los derechos de organización de la Copa del Mundo de 2020 a Qatar ha sido ampliamente criticada debido a la preocupación por las violaciones de los derechos humanos en el país. Entre las preocupaciones se encuentra el uso de mano de obra migrante forzada. El Convenio 29 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) define el trabajo forzoso como «todo trabajo o servicio exigido a un individuo bajo la amenaza de una pena cualquiera y para el cual dicho individuo no se ofrece voluntariamente». Dentro del sistema kafala, los trabajadores necesitan un visado patrocinado por su empleador. Esto da a los empleadores un control sobre sus trabajadores, obligándoles a recibir una aprobación si quieren cambiar de trabajo o salir del país. Además, los trabajadores sufren con frecuencia difíciles condiciones de trabajo y de vida, y se les retiene el salario y se les confisca el pasaporte.
En noviembre de 2017, tras la creciente publicidad de los abusos y violaciones de derechos humanos directamente relacionados con los proyectos de construcción de la Copa del Mundo, las autoridades qataríes anunciaron que cooperarían con la OIT en la reforma del sistema de kafala y de las leyes laborales. Como parte de este esfuerzo, el gobierno qatarí introdujo recientemente una nueva ley laboral para abolir el sistema de kafala y abordar algunas de las restricciones impuestas por los empleadores. Sin embargo, la reforma no ha resuelto adecuadamente estos problemas y los trabajadores siguen sufriendo explotación y malos tratos.
A pesar de estas preocupaciones, en diciembre de 2010 la FIFA adjudicó la Copa del Mundo a Qatar, aunque el proceso de selección ha quedado en entredicho por las pruebas de corrupción endémica durante el proceso de licitación. Como resultado, se ha especulado que Qatar ganó la Copa del Mundo mediante sobornos y el pago de millones de dólares a miembros del comité ejecutivo de la FIFA antes de la votación final.
Los grandes eventos deportivos deberían ser una ocasión para promover los valores democráticos, el progreso social y los derechos humanos. Los grandes proyectos de infraestructuras deben ofrecer salarios justos y condiciones laborales decentes y seguras a los trabajadores, incluidos los inmigrantes. En consecuencia, la Copa del Mundo debe ser una oportunidad para que Qatar aborde y resuelva los abusos y problemas de derechos humanos.
Qatar no es el único país del Golfo Árabe en el que los eventos deportivos han suscitado preocupación por las violaciones de derechos humanos. En Bahréin, el gobierno ha detenido y perseguido a deportistas que participaron en las protestas pacíficas de 2011, como Hakeem AlAraibi, jugador de fútbol que fue detenido en 2012 por un delito que no pudo haber cometido. Los funcionarios lo detuvieron durante cuatro meses y lo torturaron. Posteriormente fue condenado a 10 años de prisión en ausencia mientras jugaba un partido en Qatar. AlAraibi huyó a Australia, donde se le concedió asilo en 2017. Sin embargo, cuando viajó a Tailandia en noviembre de 2018, fue detenido y Bahréin envió una solicitud oficial de extradición. Tailandia siguió reteniéndolo hasta que Bahréin acabó retirando la solicitud.
Qatar debe aprovechar la oportunidad de organizar la Copa del Mundo de 2022 no solo para cambiar su imagen, sino para mejorar su historial de derechos humanos, las condiciones laborales y abordar las principales preocupaciones sociales, incluso entre los trabajadores migrantes. Las pruebas de explotación de los trabajadores migrantes, las violaciones de los derechos humanos y la corrupción indican que hasta ahora Qatar ha desperdiciado la oportunidad.