A lo largo de octubre de 2018, los procedimientos especiales de las Naciones Unidas enviaron tres comunicaciones conjuntas separadas al Reino de la Arabia Saudita en las que expresaban su preocupación por una multitud de violaciones de los derechos humanos, que iban desde los ataques a los defensores de los derechos humanos hasta las ejecuciones extrajudiciales por delitos relacionados con las protestas cometidas por menores y los arrestos y detenciones arbitrarios. En esta serie de blogs se destacan esas comunicaciones conjuntas y la respuesta del Reino, si es que la proporcionó.
El 8 de octubre de 2018, los procedimientos especiales de las Naciones Unidas enviaron un llamamiento urgente (UA SAU 12/2018) al Reino de Arabia Saudita del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias; el Relator Especial sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias; y el Relator Especial sobre la promoción y protección del derecho a la libertad de opinión y de expresión.
En la comunicación se planteaban preocupaciones concretas sobre el periodista Jamal Khashoggi y las denuncias de su asesinato en el consulado saudita de Estambul. Khashoggi era columnista del Washington Post y ex director del periódico saudita Al Watan, así como ex asesor de medios de comunicación del Príncipe Turki al-Faisal, ex jefe de la inteligencia saudita que también fue una vez embajador en los Estados Unidos y el Reino Unido. Tras criticar al Príncipe Heredero saudí Mohammed bin Salman (MbS), Khashoggi se exilió por propia voluntad a los Estados Unidos en junio de 2017. Entró en el consulado saudita de Estambul el 2 de octubre de 2018 para obtener documentos que certificaran su divorcio, pero nunca se le vio salir del consulado. Desde su desaparición, funcionarios turcos anónimos alegaron que agentes saudíes habían matado a Khashoggi dentro del consulado, y la narración saudí de los acontecimientos ha cambiado en múltiples ocasiones.
Las oficinas de los procedimientos especiales destacaron que el asesinato de Khashoggi era incompatible con el artículo 3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: el derecho a la vida, a la seguridad y a no ser privado arbitrariamente de la vida, y con el artículo 19: el derecho a la libertad de expresión y de opinión. Los informes sobre la represión saudita de la disidencia frecuentan los procedimientos especiales de las Naciones Unidas e infringen varias otras leyes internacionales de derechos humanos, como los Principios relativos a una eficaz prevención e investigación de las ejecuciones extralegales, arbitrarias o sumarias y la Declaración sobre la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas. En los mandatos se pedía a las autoridades sauditas que permitieran inmediatamente una investigación internacional sin trabas sobre la cuestión, especialmente porque el asesinato de Khashoggi se produjo a raíz de una campaña de las autoridades sauditas en la que se afirmaba que era un agente con respaldo extranjero.
Independientemente de las solicitudes de los mandatos de información adicional y comentarios sobre el asesinato de Khashoggi, el gobierno saudita no respondió en última instancia a la comunicación, dejando claro dónde se encuentra el asesinato y sus posibles implicaciones dentro de las prioridades sauditas. A pesar de la urgencia del asunto y de la gravedad de las acusaciones, el gobierno de Arabia Saudita ignoró este llamamiento, junto con la mayoría de los demás, y sigue negándose a cooperar con los mecanismos de las Naciones Unidas.
En Arabia Saudita ha habido un patrón continuo y cada vez más preocupante de represalias contra los críticos del gobierno saudí. El caso de Khashoggi demuestra lo grave que se ha vuelto la situación de los disidentes en el reino.
Serena Dineshkumar es una pasante de la ADHRB