El Gobierno de Bahrein tiene la tradición de «utilizar los días festivos occidentales como una oportunidad para llevar a cabo una amplia gama de abusos políticos y de derechos humanos». Tal es el caso del defensor de los derechos humanos de Bahrein, Nabeel Rajab, en la audiencia final de apelación que podría decidir si permanecerá en prisión hasta 2023. Su audiencia está prevista para la víspera de Año Nuevo, el 31 de diciembre; una decisión estratégica del gobierno de Bahrein sabiendo que la comunidad internacional se distraerá.
La próxima audiencia de Nabeel es la última de su juicio por cargos de libertad de expresión relacionados con los tweets y re-tweets que critican la guerra en Yemen y la tortura en la famosa prisión de Jau en Bahrein. Oficialmente, Nabeel ha sido acusado de delitos políticos por «difundir falsos rumores en tiempo de guerra», «insultar a las autoridades públicas» e «insultar a un país extranjero». Los cargos están comprendidos en la ley de delitos cibernéticos sumamente restrictiva de Bahrein, que las autoridades han utilizado con gran eficacia para tipificar como delito las formas de libertad de expresión que se consideran críticas con determinadas políticas, el gobierno o la familia gobernante.
Estos no son los primeros cargos que se presentan contra Nabeel por motivos de libertad de expresión. Más bien, son sólo los más recientes y se suman a la sentencia de dos años que Nabeel recibió en julio de 2017. Esa sentencia en particular se refería a las entrevistas de televisión que concedió en las que habló de las restricciones a la expresión y a la prensa en Bahrein.
Además de estos dos cargos por libertad de expresión, el Gobierno mantiene otros cargos no especificados contra Nabeel. Aunque los detalles no están claros, los funcionarios han amenazado con acusarlo de otros cargos relacionados con la libertad de expresión por «difundir noticias y declaraciones falsas y rumores malintencionados que socavan el prestigio del Estado». Estos probablemente provienen de cartas publicadas en The New York Times y Le Monde. En ambos artículos, habló del clima represivo de Bahrein y de la falta de libertades fundamentales, incluido el derecho a la libre expresión, la guerra en el Yemen y el enjuiciamiento por el Gobierno de activistas por cargos falsos de ciberdelincuencia y seguridad del Estado.
El esfuerzo concertado del gobierno de Bahrein para silenciar a Nabeel se produce a pesar de la amplia condena internacional de su continua detención por cargos falsos. Numerosos actores internacionales han pedido la liberación de Nabeel Rajab, entre ellos el Departamento de Estado de los Estados Unidos, que ha pedido en varias ocasiones su liberación, el Parlamento Europeo, que aprobó una resolución en la que se condena la escalada de la represión en Bahrein y se pide al gobierno que libere incondicionalmente a Nabeel, y la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el Subsecretario General de Derechos Humanos y el Comité contra la Tortura.
Si bien Nabeel se encuentra entre los activistas más destacados de Bahrein, su detención actual es sólo una parte de un esfuerzo más amplio para reprimir aún más cualquier disidencia y crítica en el reino. Esto se pone de manifiesto en el enfoque de Bahrein respecto de las recientes elecciones a la Cámara Baja del Parlamento, que se celebraron el 24 de noviembre de 2018, y que no fueron ni libres ni justas. Si bien la represión del Gobierno de Bahrein va más allá de Nabeel, su caso sigue siendo un indicador crítico de hasta dónde está dispuesto a llegar el Gobierno para silenciar las críticas pacíficas. Es hora de que Bahrein haga lo correcto y libere a Nabeel y retire todos los cargos contra él.